En Roma, 22 de septiembre, se vivió un evento cargado de profunda fe y emotividad en el corazón de la Iglesia Católica. La imagen de la Virgen de El Cisne, advocación mariana de la Iglesia católica cuyo principal centro de culto se encuentra en la Basílica de El Cisne en Loja, Ecuador, llegó al Vaticano en una ceremonia solemne y simbólica, que reunió a cientos de ecuatorianos residentes en Italia.
La misa, celebrada en honor a la Virgen del Cisne, fue un tributo lleno de devoción. Devotos, priostes y creyentes, llegados desde distintas partes de Italia, se congregaron para rendir homenaje a la venerada imagen. Este encuentro de fe se tornó aún más especial cuando el Papa Francisco, durante el rezo del Ángelus al mediodía en la Plaza de San Pedro, otorgó una bendición a la comunidad ecuatoriana presente, reforzando el vínculo espiritual que une a los fieles con la Virgen del Cisne.
La Virgen del Cisne: Un Símbolo de Fe Inquebrantable
La historia de la Virgen del Cisne se remonta al siglo XVI, cuando, según la tradición, comunidades indígenas encontraron la imagen en el río Catamayo. A lo largo de los siglos, la devoción a esta advocación mariana ha crecido exponencialmente, convirtiéndose en uno de los principales íconos de la fe católica en Ecuador. Actualmente, su festividad anual, que incluye una tradicional procesión en agosto, congrega a más de 20,000 personas en Loja, un evento que resuena entre los fieles de todo el país.
Tallada originalmente por Diego de Robles, un artista de la prestigiosa Escuela Quiteña, la Virgen del Cisne guarda un simbolismo profundo en Ecuador. Su imagen, inspirada en la Virgen de Guadalupe y la Virgen de Guápulo, ha sido protagonista de milagros y actos de fe, consolidándose como una de las advocaciones más veneradas de la nación, con alrededor de 5 millones de fieles.
La Devoción Cruza Fronteras
La llegada de la imagen al Vaticano es un recordatorio de cómo la devoción a la Virgen del Cisne trasciende fronteras. Este evento no solo reunió a la comunidad ecuatoriana en Italia, sino que también simbolizó la unión de una diáspora que, pese a la distancia, mantiene vivas sus tradiciones y su fe.
“Este evento nos llena de orgullo y nos acerca aún más a nuestra tierra, a nuestra cultura, y sobre todo, a nuestra fe”, mencionó Fernando Pillajo, uno de los coordinadores del evento, junto a la señora Alexandra Carrillo y Fernando Vázquez. Ellos, con un esfuerzo incansable, hicieron posible que la Virgen del Cisne llegara al corazón de Roma.
La imagen permanecerá en Roma hasta el 1 de octubre, momento en que regresará a Ecuador. Hasta entonces, los fieles en Italia tendrán la oportunidad de rendirle culto, reflexionar y reforzar su fe.
Este evento, tan significativo para la comunidad ecuatoriana, fue una clara demostración de que la fe no conoce límites geográficos. La Virgen del Cisne sigue iluminando los corazones de sus devotos alrededor del mundo, cumpliendo su misión de unir a través del amor y la devoción a María.
By Gabriela Torres